Capablanca aprendió el juego del ajedrez cuando tenía cuatro años de edad, simplemente con mirar a su padre jugar dos veces, y sorprendió a este y demás amigos cuando, presenciando una partida, les señaló que habían ejecutado un movimiento erróneo. Invitado a jugar con su padre, le ganó la primera vez.
Fue jugador de primera clase a los once años y campeón de Cuba a los doce, lo que era, fuera de todas dudas, una enorme distinción ya que hay que tener en cuenta que en La Habana había un gran número de muy buenos jugadores.
En 25 años de competir en torneos contra los más grandes maestros, sus derrotas no llegaron a veinticinco. Entre los años 1916 y 1924 no perdió un solo juego.
Más información en el blog "El ajedrez de Julián".
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