Hace ya tiempo que la gran pedagoga italiana María Montessori nos decía que "jugar es el trabajo de los niños". En realidad, la mayoría de los expertos en psicología infantil coinciden en que la vida a estos años es puro juego y que el aprendizaje es parte del entretenimiento. A través del juguete pueden explorar, descubrir, aprender e interactuar con múltiples objetos y problemas que forman una parte importante de su adecuado desarrollo como individuos. Esto es algo que en bastantes ocasiones se obvia sin darnos cuenta.
En los juguetes, cada detalle es fundamental a la hora de formar los valores con los que nuestros hijos e hijas se educarán de cara al futuro, ya que crean conciencia de la realidad que les rodea; es decir, a través de ellos se asimilan ciertos modelos de conducta. Y es aquí donde padres y madres tienen un desempeño fundamental a la hora de filtrar lo que se les ofrece, seleccionando críticamente aquellos que quieren regalar.
Por ejemplo, diferenciar marcadamente entre juguetes de niñas y de niños genera asumir la sexualidad como un factor de diferencia más que de complementariedad. Del mismo modo, los juguetes bélicos, las armas y otros juegos competitivos generan una agresividad que se va a ver como natural cuando se alcance la etapa adulta.
Como profesionales de la educación, somos conscientes de la gran importancia que tiene su adecuada elección; de hecho, la misma supone también reforzar los valores que desde el colegio se pretenden inculcar. Este es el motivo del díptico que anualmente ofrecemos a nuestras familias y cuya versión para este año aparece a continuación. En él también aparecen indicadas algunas observaciones sobre la organización de la fiesta de Navidad y la entrega de boletines de calificación.
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